La curiosa historia de la Plaza Brasil, que no duerme

Fiesta de día,
fiesta de noche

Dos estudiantes que juegan pimpón por la tarde un día de semana, es una de las tantas cosas normales que se puede ver a eso de las 16:00 horas en la Plaza Brasil. Pero el llegar la noche, el lugar se convierte en un espacio lleno de alcohol y del cual no queda ni un rastro de lo vivido en el día.
Éste y otros, son los contrastes que presenta una de las principales plazas del barrio.

Por: Felipe Véliz
pipe.veliz@hotmail.com


Los estudiantes disfrutan alegremente –con un día soleado y agradable–, de su juego en el tenis de mesa. Parecen contentos y concentrados en lo que hacen y no hay nada que los saque de su objetivo, que es ganar el punto. Uno de ellos es Luis Rodríguez, estudiante del Liceo de Aplicación, que está a unas pocas cuadras del lugar. Rodríguez, cuenta que tres veces por semana asiste con amigos a jugar pimpón y que lo hacen simplemente porque les encanta el juego y también para relajarse, luego de agotadoras jornadas de clases.

Esta realidad se ve totalmente contrapuesta con lo que ocurre en las noches y uno de los testigos de la fiesta nocturna es Gonzalo Pinilla –el otro escolar que juega en la plaza junto con su compañero –, quien agrega que cuando va los lunes a la plaza, aún quedan resquicios de lo ocurrido el fin de semana y que ellos son los que tienes que limpiar a veces y juntar las botellas en un rincón: “Nosotros las juntamos y en la tarde pasan los caballeros que limpian la plaza y ahí vuelve a quedar limpia nuevamente”, dice el estudiante de 17 años, que además cuenta sobre la inundación de colillas de cigarro que sufre la plaza: Uno las ve colillas en todos lados, pero acá, el día lunes hay muchas más que en cualquier lugar(…)¡Menos mal que están los limpiadores de la plaza!”, agrega.
La plaza luce alegre, a los ya escolares del tenis de mesa, se agregan las personas que sacan a pasear a sus perros –la mayoría mujeres– y el lugar predilecto es la plaza. También están los resbalines, columpios y toboganes que, a esa hora, se encuentran con más de cinco niños por juego.

Pero, en contraste con toda la alegría que se puede ver en el día, está también la noche en el barrio. Rodríguez cuenta que una vez pasó con su familia por el lugar –más precisamente un sábado por la noche– y el panorama era muy distinto al que se vive en las tardes: “Era increíble ver cómo estaba la plaza. Yo iba en auto con mi padre y la vi toda llena de borrachos y el suelo plagado de botellas. Incluso, el lugar en el que están las mesas, donde nosotros jugamos, sólo se veían encima botellas de cervezas”, cuenta el joven, quien cursa cuarto medio y que afirma el hecho de que la plaza se ha ido ganando “mala fama”, producto de la noche bohemia.


Esta afirmación es corroborada por Luis Calderón, empleado de la plaza, quien está encargado de limpiar el lugar luego de las agitadas noches que ahí se viven. Cuenta que los domingos en la mañana es posible encontrar “de todo” en la plaza: “Yo cuando trabajo los domingos sé que tengo mucho más trabajo que cualquier día normal, y ha habido días que he encontrado desde calzones hasta condones. La verdad es que encuentro muy mala la conciencia que se tiene acerca de botar las cosas a un basurero (…), al menos aquí es muy mala”, aclara el encargado del aseo municipal, aunque reconoce que las botellas de cervezas siguen liderando el ranking de lo que más se encuentra en el suelo y que en la semana trabajan tres a cuatro personas a diferencia de los fines de semana, donde aumentan a siete u ocho.


En el día, todo bien


En el día todo es tranquilidad, todo marcha de forma normal y no hay nada que perturbe lo armonioso del entorno. Debido a esto, es posible ver una buena cantidad de mujeres que sacan a pasear a sus perros. Una de ellas es Teresa Faúndez, quien vive en un departamento cercano al lugar y que afirma ir todos los sábados por la tarde a pasear a su cachorro, raza Yorkshire Terrier: “Vengo todos los sábados para acá y nunca he visto problema alguno, aunque son sabidos todos los problemas que hay en la noche, pero de día es todo lo contrario”, cuenta Teresa Faúndez.


Un contraste pocas veces visto


Es llamativo el contraste que sufre la principal plaza del barrio, debido a que éste, al ser un lugar rodeado de universidades, se convierte en destino fijo de los estudiantes en las tardes-noches y especialmente los viernes.


Está claro que la plaza vive dos realidades muy distintas con el pasar de las horas. Pero lo que une a los dos polos, es que en ambos lo que prima es la alegría y el ánimo de pasarlo bien. De día, todo es humor y amistad y por la noche, la situación mantiene los mismos patrones.


En fin, lo que pasa en esta plaza es muy curioso y es algo que no se da en todas partes, lo que hace que la plaza no descanse y esté constantemente en uso, ya sea para el día, como para la noche.


Inevitable comparación


Por esto, la comparación aparece inmediatamente con la ciudad de New York, porque ésta, tiene ganado el apodo de ser la ciudad que nunca duerme, debido a su continuo movimiento y llegada de extranjeros. Un aspecto en que la Plaza Brasil, no se queda atrás.

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